jueves, 29 de abril de 2010

Poexia boba

Si has andado el mundo
Y los pies no te duelen,
No te sangran escamados…
Errantes en la mugre.

Si has visto el mundo
Y la ceguera no quieres,
Pues nada te impresionado
Ni los cuerpos inflamados

Entonces eras ciego,
Y nada por pies traías.

si has sentido el mundo
y la lagrima no llega,
no es parida por la furia.
Por la rebeldía y la angustia.

Si has oído el mundo
Como melódica armonía
Que danza entre las risas
De los que van zafando.

Entonces eres sordo,
De espíritu helado,
Entonces eras la muerte
La más funesta muerte.

la escribi hoy y me parece horrible....

domingo, 25 de abril de 2010

Hay alguien más

Doy un paso tras otro, mientras el eco me persigue. Tengo la impresión de que alguien más viene conmigo y me vigila. Esto no es algo nuevo, pero la sensación se hace de mí y me dirige, por más que giro la cabeza una y otra ves, en la medida que avanzo, no alcanzo a ver nada., la oscuridad profunda devora lo que dejo atrás. El eco es ensordecedor en la quietud de la noche.
No quiero detenerme, falta poco, unas cuadras más y llego. No puedo ir más rápido el corazón me va a estallar, pero ahora sí escucho los pasos de otro a mis espaldas. ¡Si!, eso no es el eco. Hay alguien más.
El miedo endureció mi cuello y ya no miro hacia atrás. No debí salir, nunca debí salir, pero ya es tarde, estoy aquí arrojado a lo que me acecha, a lo desconocido. Se acerca, lo siento, me alcanza ineludiblemente. ¿Será la muerte? ¿Qué se puede hacer frente a lo inevitable?
Frené entonces, los ojos cerrados, y la nada. Estuve inmóvil en mi sombra en la eternidad de un segundo, y luego nada más. Todo cae en una estrepitosa calma, un pie tras otro, todo vuelve a empezar. De frente una luz carcome mi visión, hasta que pasa a mi lado la carrocería rugiente que la guiaba.
Una vez dentro de la casa, me arrojo sobre el diván, los parpados caen como persianas metálicas. Morfeo se adueña de mí ser y me arroja a la tierra de la ponzoña, allí el temor y la certeza no son útiles y me dejo arrastrar.
El nirvana estalla, cuando el ruido de la puerta atraviesa la sala, un solo movimiento alcanzó para verme erguido. Los golpes continúan, no respetan tiempos ni silencios, se amontonan, se superponen, matándose unos a otros, es una anti-melodía que danza al son del terror, pero no de cualquier terror sino del mío.
-Por favor abra la puerta, alguien me esta siguiendo-. La voz está sostenida en una dulce y pendulante desesperación, es tan hipnótica, que me empuja hacia el picaporte. Las lágrimas lavan el rostro de la belleza, que de un salto me enviste hacia el interior, cerrando la puerta. Con la brutalidad del destino, sin decir más se oculta en un rincón, la miro, intentando salvarla de la pena, es evidente que sufre. Ella me esquiva, se pierde en el infinito buscando las respuestas de una pregunta que nunca fue formulada, estática e inquieta, desnuda un nuevo deseo en mi perdida alma. Ya no quiero salvarla, su inocencia me lastima, se que no quiere pero lo hace igual ¿Por qué no se comunica conmigo? ¿Ella lo sabe? ¿Pero qué sabe?
La multiplicidad de interrogantes no me inquieta. Nada parece afectarme más que su presencia, los ecos no son ya otra cosa que una imagen desvirtuada de mí, de un yo que ahora muta hacia otra posibilidad, en busca del poder que sabe dar el sometimiento de otro. El sentirme vigilado me lleva a vigilar, el sentirme acechado me lleva ahora a acechar. Y ella inmóvil, como esperando ser cazada. La escena no tiene sentido sino a la luz del puñal que completa mi mano y se dispone a desgarrar hasta el éxtasis la piel del amor que se ha negado.


Nunca negué conocerla, ni haberla seguido, ni desearle la muerte. Fue mi obsesión hasta la locura, aunque creo que nunca lo supo. Me brindó la inseguridad y el terror de la soledad, esa angustia que desdobla al hombre en víctima y victimario, y solo por ella y para ella supe actuar los dos personajes.
Ahora su cuerpo me pertenece, como también su alma, y los devoro para llegar al uno. Ya nada temo, me he conocido. Ya nadie me sigue, tan solo soy yo.

viernes, 16 de abril de 2010

futuro

La locura del silencio,
Destella sombras pasadas,
Empujando luz y nada,
Desnudando la ausencia,
De los vivos,
De los muertos,
De los que no fueron.
La muerte sonríe,
Espontánea e histérica,
En los labios del asesino,
Que sumerge destinos,
Que deshoja caminos,
Que solo alienta el olvido.
Pero el tiempo señor de todo,
Allanado,
Decomisado,
Torturado,
Traerá desde lo indecible la rebelión

emiliano Pardavila Ediciones evaristo 2010 "Poemas Fracturados"