jueves, 16 de diciembre de 2010

Milagros no hay


Milagros no hay

Había nacido con una especie de mal congénito, algo que la ciencia no podía explicar acabadamente. En un principio nadie lo percibió hasta al despertar hormonal. Hijo de dos trabajadores pobres, como todo trabajador, infancia austera, adolescencia deseante y altamente conflictiva. Después de los trece ya no pudo ocultar su peculiar “defecto”. Sus omoplatos no eran como los de cualquier persona, ellos poseían una especie de extremidades aterciopeladas, daba toda la impresión de que se trataba de alas, aunque con algún tipo de atrofia.
Los médicos propusieron a los padres la internación de Ernesto, para hacer pruebas con él y ver de que manera solucionar el problema. Pero los humildes trabajadores no quisieron someter a su hijo a la experiencia de un cobayo de laboratorio. Es que el pobre ya tenía suficiente con sus… “alitas”… como para andar sometiéndolo a experimentaciones sin garantía de nada.
Angelito, le decían en la escuela. Ya estaba repodrido de aclarar, contestar, afirmar una y otra vez que su nombre era Ernesto y que no era ningún angelito, pero la crueldad humana se ejercita con mayor virilidad a esa edad.
Para colmo de todos los males sus padres eran fervientes ateos, padre y madre marxistas practicantes y conocidos en el barrio por su militancia político-social, por lo que eran señalados por todos y cada uno de los vecinos, que por lo bajo murmuraban al verlos pasar, Dios los castigó por su ateismo y les mandó un ángel por hijo.
Más de una vez los evangelistas y cristianos habían tenido la osadía de acercarse a su puerta para pedirles a los padres la autorización de llevarlo a la iglesia. Más de una vez salieron cagando aceite, tras los insultos de los indignados padres.
Todos se sentían culpables: el hijo por ser el hazme reír o el milagro de todo el mundo, sus padres por no saberlo proteger, motivos por lo cuales la relación familiar solía tensarse, en lo que también colaboraba la propia dificultad que esa edad acarrea a todo el mundo.
Por más que nunca se dijeron nada, los viejos en esos momentos de soledad, que les imponía su cotidianeidad obrera de bondis y trenes, en lo profundo de su ser se cuestionaban su ateismo y la posibilidad de que aquello realmente pudiera ser un castigo divino. Cuántas veces se dijo Alba: “si me dieras el milagro de hacerlo común y corriente juro que te seguiría”, efectivamente no le estaba hablando a un médico o un familiar, sino al mismísimo Dios. A Pedro se le daba más por putearlo, negando y afirmando su existencia, en las mismas frases.
Pero ni los momentos difíciles de la relación familiar ni los entredichos con la fe les hacían olvidar el profundo amor que les generaba Ernesto, para el resto Angelito.
Una tarde a la salida de la escuela doña Herminia se le acercó al joven y le pidió que la acompañara a su casa porque su hija lo quería ver. A la vieja pocas veces se la veía en el barrio, es que vivía prácticamente recluida. Su hija había tenido un accidente, que la había dejado postrada y ciega.
Ernesto, que nada de tonto tenía, intuyó rápidamente las intensiones de la mujer. Él sabia que ella tenía la esperanza de que él realmente fuese un ángel he hiciera un milagro con la joven, por lo que entró en la disyuntiva de ir y decepcionarla o no ir y decepcionarla también, pero de seguro era que de no ir la vieja mantendría algún tipo de esperanza, ¿Pero de qué sirven las esperanzas cuando todo es irremediable?
Al ver fijamente sus ojos devastados por la tristeza y el tiempo, el muchacho corrió desesperado hacia su casa, se encerró en su pieza y no salió hasta bien entrada la noche.
La mujer quedó inmóvil, perpleja, no entendía la reacción y así se mantuvo durante un rato, consumiéndose en la certeza de que aquel muchacho podía devolverle la vida a las dos. Y por más que le daba vueltas al asunto no encontraba respuestas a la huída, a la vez que se auto mortificaba creyendo ser indigna de la gracia divina.
En la cena no hubo diálogo ni Alba, ni Pedro, ni Ernesto habían tenido un buen día, nada que mereciera la pena ser contado. Muchas veces sucedía esto, en las que los ruidos de los cubiertos y de la masticación eran la única melodía de la casa. Pero a Ernesto le venía una y otra vez la imagen agónica de Herminia. Sus ojos era un puñal que atravesaba el espíritu dejándolo sin aliento y cuando ya no pudo más, rompió la musicalidad alimenticia:- ¿Es bueno quitarle las esperanzas en uno a una persona, ya sea por no ser lo que ella desea de uno o ya sea por no querer hacer lo que ella espera de uno? -Los viejos se miraron desconcertados, creían que su hijo pensaba que los había decepcionado por algo que efectivamente estaba fuera de su alcance modificar.
Alba y Pedro chocaron sus miradas pidiéndose mutua ayuda, pero las palabras parecían atascadas en el tiempo, olvidadas en la desidia de la culpa, desterradas de toda posibilidad de ser. La inmovilidad llevó a Ernesto a agachar su cabeza, en clara señal de derrota, y volvió a masticar.
“…Las esperanzas pueden ser buenas si en sí mismas encierran el accionar humano. Es decir, si impulsan al hombre a actuar para conseguir por ejemplo la revolución, pero muy, muy malas si conllevan la fe en la salvación de la inmovilidad propia. Si hacen que la gente espere que las cosas cambien por si solas. Por lo tanto depende de qué tipo de esperanzas estés rompiendo es bueno o malo, no sé si esto responde tu pregunta hijo mío…” concluyó Pedro.
La verdad es que no lo sé padre, es que hay alguien que espera que yo sea un milagro, y yo estoy seguro de no serlo, y pretende que yo haga cosas que no puedo hacer.
Pues entonces demostrale que se equivoca, para que de esa manera pueda seguir buscando. De lo contrario quedara atascada en medio de un camino sin fin ni principio. Estará condenada a la inacción y como te decía eso es malo, al menos para mí.
¡Gracias! lo pensaré.
Al día siguiente la rutina despertó al sol para que todo comenzara de nuevo. Ernesto caminó las siete cuadras que lo separaban de la escuela y aguardó el fin de la jornada, con la intención de reabrirles el camino a Herminia y a su hija. Pensaba acompañar a la anciana hasta su casa y ver a la joven, defraudar a ambas y volver a su casa sin culpa, pues él no era quien había dicho que podía hacer milagros.
A la salida la mujer lo aguardaba en la vereda de enfrente. El joven no le dio tiempo a moverse, cruzó a las zancadas, y una vez frente a ella le dijo: vamos la acompaño, aunque se que será en vano. La mujer dejó escapar una lágrima y se puso a caminar. Así anduvieron veinte silenciosas cuadras, sin siquiera mirarse, imbuidos en una vergüenza tanto ajena como propia.
Una vez dentro, Ernesto pudo observar, con sorpresa, que nada era como lo imaginaba, había fotos suyas por toda la casa, pero no eran las únicas fotos aladas, una inquietante sensación lo dominó. La mujer lo miró como invitándolo a seguir camino por un pasillo que escupía humedad. Al final una puerta de madera gastada, de seguro el lecho de la inválida.
-Ana he vuelto-… susurró la mujer….- Y no lo he hecho sola, él viene conmigo. Nadie respondió, así llegaron al final del corredor. La mujer cogió el picaporte y… la niña estaba hamacándose en una silla mecedora, no parecía estar muy inválida, ni nada por el estilo. La ubicación contraria a la entrada no permitía ver nada.
-Debes pasar solo, ve anda, no te hará nada, ella me pidió que te buscara, por favor camina.
-Perooo….
Herminia le dio un empujoncito y cerró la puerta. Ernesto ya adentro comenzó a arrepentirse de haber ido, es que nada era como lo había imaginado. Intentó tomar el picaporte para salir, pero la puerta había sido cerrada.
-Sentate por favor en la cama dándome la espalda…- la voz era un llanto de júbilo, un deseo eterno, un canto de sirena, algo dulcemente indescriptible.
El joven lo hizo sin dudar, el pedido había sido simplemente irresistible…
-Pensé que te encontraría en la cama.- dijo entre cortado el muchacho. No hubo respuesta.
La silla chilló con fuerza, y ante el mínimo intento de movilidad del joven la voz volvió a aparecer. …
-No por favor, no te muevas aún…
El joven no entendía nada y de pronto algo lo asustó, sintió que alguien acariciaba sus extremidades, y no estamos hablando ni de las manos ni de las piernas, nunca antes había tenido ese cúmulo de sensaciones apretando su pecho, nunca antes nada le había hecho tanto bien.
Ahora escuchaba un llanto, un llanto real, no quiso darse vuelta, la voz le había pedido que no lo hiciera y prefirió seguir inmóvil, las caricias parecían comenzar su ocaso, pero resurgían como el ave fénix.
-Pensé que el accidente te había dejado inválida…- dijo entre angustiado y aliviado… que suerte que no fue así, lo que no entiendo es porque no viniste a buscarme, si la movilidad no parece ser un problema…
Otra vez no hubo respuesta. Parecía que la joven había perdido el habla, pero sus lágrimas comenzaban a empapar la remera de Ernesto, entonces éste giro su cabeza y la vio arrodillada sobre la cama, levemente inclinada hacia él. Era la belleza encarnada, un soplo de vida, su piel oscura, la noche que el día anhela, sus labios finamente dibujados sobre un rostro perfectamente inolvidable.
Entonces ella simplemente se dio la vuelta y dejo ver, sin más ni más, sus alitas, ahora eran dos, nada lo hubiese hecho tan feliz, era el escape a una soledad devoradora, a la societaria condena del distinto. Solo atinó a retribuir las caricias y ella lo abrazó y le contó su historia.
Nunca existió accidente más que el de sus alitas y la vergüenza que obliga a la reclusión, su madre no había sabido como sacarla de allí y solo pensó en demostrarle que no estaba sola, que no era la única y que igualmente de haber sido la única no tenía porque esconderse. Pero hay cosas que no son fáciles de superar, ahora ya son dos y en conjunto todo es más fácil.
Lo de ellos no había sido un milagro, ningún dios inexistente había metido ni su mano, ni su cola, sino el producto del desden capitalista, de ese milagro humano que llamamos progreso, el problema es responder progreso de qué y para quiénes.
Sus padres habían trabajado juntos en la misma química, durante una docena de años sin protección ni resguardo alguno, a destajo, por lo que los tóxicos (pesticidas en su mayoría) habían modificado sus niveles celulares, que dio como resultado aquella mal formación en sus descendencias, es que a veces la sin razón del dinero hace que algunos agonicen y otros se desformen.

domingo, 5 de diciembre de 2010

a los proximos 120 dias de mierda

la mala suerte me tiene entre ojo y ojo.... estoy cansado y aun no empece.... que ganas de volverme nada... de no sentir otra vez que la razón se ve tras este nuevo encierro... 125 dias practicamente sin ver la calle... sin poder andar... dias hijos de la reputisima quietud..

viernes, 26 de noviembre de 2010

Delirio 2

Sus ojos profundos, un destello entre sombras, me dicen me nombran, arrojado del mundo, me dibujan rotundo en aristas de fracaso, un viejo en el ocaso, buscando entre las sobras, de quien fuera promesas que pesan como espanto.
Me recuerda su llanto a la niña enamorada, a esa que no tomaba y daba, sin pedido ni reembolso, envuelta en la locura de su real sonrisa, aún cuando por la cornisa andaba deambulando.
Una tarde la vi paseando desnuda por la acera, mucho la creyeron extranjera, una puta afiebrada de celo, absorbida por la locura, esa que no se cura sino a fuerza de golpes.
A golpes la vistieron de moral amoratada, la encerraron por un tiempo de pies y manos atadas, pues por más que le propendían salmos y trompadas, no había agua que apagar la luz de su mirada.
Ella escapo en otoños, confundiéndose pálida con la escarcha, seguía siendo un retoño,
Flor sin estación ni era, una inacabable primavera, que iba entibiando el mundo, incluso a mi un vagabundo me transformo en proeza, que habitaba entre sus muslos, sus senos y su cabeza. Su pubis dulce como el vino, frutado y amable, supo ser la hoguera donde gustaba quemarme… me queme una y mil veces y volvía a incendiarme,
Fue mi droga su locura, su sangre y su carne.
El sol brillo esa mañana, más que nunca y que después, solo caí en mi vejez, como vuelo abortado por la muerte, maldita fue la suerte que apago a mi hoguera, allí muerta en la vereda, a los pies de mi quietud, sin saber ser valiente ni promesa, mudo me quede viendo como la hacían presa de su incapaz violencia… por haber sido frescura que danzaba desnuda entre cruces y fuciles, uniformes y morales.
La ame desde su primer paso aunque nunca llegue a tocarla ni ayudarla, aun viendo como gritaba desesperada, entre la muchedumbre golpeada, la ame mientras danzaba, mientras moría y no es hipocresía nacer para el fracaso pesa como el espanto.



jueves, 11 de noviembre de 2010

Día de mierda

Mierda de día,
las noticias condenan al sol a la, cuasi nula, miopía,
ceguera pertinaz,
ante las napas
de una cloaca de instantes,
que bañan todo
de un marrón tan estridente,
furioso.
ni la opacidad grisácea
de la nausea cotidiana
escapa a un día de mierda,
ni siquiera el compás dilatado
de un palpito moribundo,
esos que acompasados
danzan la paz del dinero…
Nada es inmune a un día de mierda
ni la mismísimas heces le son esquivas,
estas se siente vencedoras,
como si erigieran su reino
de ampuloso hedor,
uno queda allí
con los lagrimales afectado hasta la corrosión,
y las fosas nasales colapsadas
exigen el suicidio de su virtud.
Asi nos pasan estos días,
con la fatiga al hombro,
un trapo que nos deja limpitos
de ganas,
brillantes de angustia,
amordazados por las noticias,
pendiendo de su artificial vida,
de su instinto de joder,
de su voluntad de joder.
son siempre ellas las que lo paren
somos siempre nosotros
los que lo sobrevivimos

dos poesías para mi que esto esta mal

viernes, 29 de octubre de 2010

Divina humanidad

He visto el mundo, porque me he visto a mí. He sufrido el mundo, porque me he sufrido a mí. Es que sin mí, para mí, no existiría el mundo. Es una cuestión lógica, si no existo nada existe para mí. Parece un trabalenguas, pero creo que es más que eso, es como ser un poco dios, es decir, si existe el afuera es porque lo percibo, en cierto sentido lo creo, con mi cuerpo, con la razón, con lo que sea, yo le doy nombre al mundo, y no al revés.
Los creyentes no pueden concebir al mundo sin Dios. Yo no puedo concebir al mundo sin mí. Puede sonar un poco egocéntrico, hasta narcisista, pero yo vivo en mí y no en otros, siento desde mí y no desde otros, por lo tanto de no existir, para mí no existe nada.
Seguramente todo seguiría igual para los demás, pero no para mí. Yo, como cada uno de los demás, somos principio y fin de nuestros propios mundos, algo así como dioses vivos.
Sería distinta la humanidad si se sintiera su propio dios o pensando en la multiplicidad, dioses. La carga de responsabilidad sería distinta, cada una de sus acciones traerían aparejadas consecuencias, de las cuales ni el destino, ni el azar, ni dios, uno o muchos, serían ni responsables, ni salvadores.
Sería distinta la humanidad si se pensara finita. Qué gracia tendría trabajar con la certeza de que no hay un mañana celestial o infernal. Se gozaría más así misma. No habría pecados y de haberlos solo ellos serían responsables de castigarlos, e incluso de crearlos, y creo que sería estúpido crearlos.
¿Sería el mundo este nido de ratas si la humanidad se pensara a sí misma? ¿Hubiese habido pirámides si la humanidad se hubiese sabido dios? ¿Será por eso que ni el Renacimiento ni la Ilustración se animaron a matar a dios? ¿Para que siguiera habiendo maravillas arquitectónicas como palacios, castillos, casa de gobierno, fábricas y shooping’s? ¿O será que sin dios es más difícil que algunos se atribuyan el poder y otros obedezcan?
Sin duda todo sería distinto, la trinidad no sería tan escasa, sería más bien múltiples árboles genealógicos, prácticamente indecibles. Cada casa una pirámide, un castillo, un reino e incluso un santuario de auto contemplación y gobierno, de admiración común, cada unión en sí misma sería divina, por larga o corta que fuera. Todo polvo sería divino y digno de festejar sin prejuicios ni castigos. El sexo sería la consagración divina de los dioses finitos.
No existiría el machismo pues dios sería macho y hembra, heterosexual y homosexual, sadomasoquista y mojigato. Dios sería todos y cada uno por igual, por lo tanto el mundo les pertenecería a todos por igual y en ese caso tampoco habría clases, ni amos ni esclavos, ni reyes ni súbditos, ni gobernantes ni ciudadanos, ni obreros ni patrones, sino simplemente iguales- distintos.
¿Por qué la humanidad no juega un ratito a ser divina? ¿Será que los que ya hablan con Dios o son tenidos como Dioses o amos no quieren arriesgar sus privilegios? ¿Será que realmente existe Dios y yo nací sin la capacidad de percibirlo? Blasfema necedad la mía que niega a su creador resistiéndose a ser oveja del rebaño de algún pastor, ¿Será que me creo pastor y nací sin rebaño? No, no creo en los rebaños, más bien odio a los rebaños, no por las ovejas en sí, sino por los pastores que sin ser ovejas creen saber que es lo mejor para aquellas.
¿Habría caos en un mundo de Dioses, como lo hay en el mundo de Dios? ¿Morirían de hambres los Dioses como la gente muere en el mundo de Dios? ¿Delimitarían el mundo los dioses como hicieron los señores, nobles, príncipes, reyes y burgueses con el mundo de Dios? ¿Se explotarían hasta la muerte los Dioses como hacen los burgueses con los obreros en el mundo de Dios? ¿Matarían los Dioses por los Dioses como hace el hombre por su Dios?
Que distinto seria el mundo si la humanidad se supiera divina, si se supiera humanidad, animalidad y cultura, pero no criatura, sino creador.
¿Los Dioses necesitarían Estado para dominarse unos a otros con la excusa del buen gobierno? ¿Tendrían servicios de inteligencia para controlarse unos a otros y hasta asesinarse por dinero? ¿Necesitarían los Dioses dinero como al parecer necesita Dios? ¿Premiaría la divina humanidad a sus verdugos como hace la iglesia, voz de Dios en la tierra, con los tiranos del mundo?
Pero como decía, he percibido al mundo por que me he percibido a mí como Dios finito, sin más poder que un fugaz instante de vida, trato de pensar al mundo por que trato de pensarme a mí, soledad veo en el mundo, porque solo me siento al pensar así.
Grises en todas partes buscan el color. Gris el color del plomo que se usa para matar, matar de hambre, de Dios, de Estado, de capital, de contaminación. Matar sin más sentido que el de acumular, pero, ¿la gente permitiría este genocidio si se tratara de Dioses, como lo permite Dios por tratarse de criaturas sustituibles? Seguramente no, ¿por qué vale más un Dios, que nada hace, que millones de divinas vidas que mueren sin saber que hacer? ¿Por qué será que es más difícil hacerse cargo de lo que uno es, que obedecer a lo que nunca fue ni será? ¿Por qué será que el hombre mata al hombre mirando al cielo en donde busca la paz, siendo que no hay paraíso más allá de esta divina humanidad?

lunes, 18 de octubre de 2010

Ser el sueño del fin

Me has soñado y silencio,
tu boca muda,
y esos ojos que invitan…
con los sabores del incienso,
a ser la sombra oscura,
que se embebe de tu sexo.

Me has soñado y te callas,
Volviéndome un extravío,
Y esos ojos que invitan
A desvestirte en mí deseo,
Convidándome la locura,
De querer aunque no debo.

Me has soñado y lo prohibido,
Mi boca muda,
Y esos ojos que invitan…
Crucificando al destiempo
De fundirme a tu cintura
Recorrerte como el viento.

Me has soñado y te me fugas,
Dejándome solo los huesos,
Y esos ojos que invitan
al reflejo de un espejo
que me muestra mustio y viejo
muerto ante tu antojo.

Gracias a tod@s l@s que pasan por aqui lean o no, comenten o no... gracias

domingo, 10 de octubre de 2010

Encuentro

Sentada esperaba que la espera terminara. Envuelta en varias rondas de pena y frío. Que aquel que se tardara recordara el apuro, la necesidad del momento, la contracción de los nervios.
Miraba para un lado y para otro, las llegadas son impredecibles, un caos de espacio y tiempo que tarda en acomodarse, en hacerse orden. Allí sola en la plaza mira a sus adentros, se pinchaba… para confirmar que era cierto, que el reloj avanzaba en la ausencia.
Se creía presa en la inocencia de alguna trampa prematura, dolían ya las ataduras cuando se perdió a lo lejos. No giro, el pasado pisado y el banco a sus espaldas. No lloro, no hay sombra que merezca un lamento.
Camino hasta que se perdió en los cuerpos sin rostro, en la multitud… ahora su espera se hacia vago recuerdo, sus paso indistinguibles, su cara una mueca más. Allí perfectamente confundible, desconocida, atropellada, levanto la mirada, se le antojo que aquellos cúmulos de huesos, carne y músculos fueran alguien, dejar de ser algo… pero entonces ella se volvió cosa… saludaba y era loca, tonta, puta o desafortunada.
Volvió a agachar la cabeza, a sumergirse en la marea que deshace las gotas, volvió a sentirse una nota fuga imperceptible en una melodía… sintió que el banco se le había colgado de las nalgas, que desde hacia rato lo venia arrastrando.
-hijos de puta… toda una hipérbole de hijos de puta… un océanos de hijos de puta…
Los gritos atrajeron su mirada desde los oídos, él iba absorto en sus desvaríos, con una nube de prejuicios que sobre su cabeza arrojaban los ojos de los sanos, de los que de nada se salen. Era inminente el cruce…
-La reputísima madre que los parió, hijos de puta.
-hola
-hola
Hicieron unos pasos y voltearon… silencio de un lado, brillo del otro.
Él pensó en un trago, ella en un imperio de bancos de plaza. Ella dio un paso, él, sin nombre, la observaba. Él extendió sus brazos, ella lo besaba… ella dijo sombra, él pido perdón por la tardanza.

martes, 14 de septiembre de 2010

Despedida

La lágrima quieta,
ve partir al último,
suspendida en el andén vacío,
el tiempo se entumece,
el frío lo corroe.
y ella siente como la perspectiva
la agiganta en la huida,
escena,
movimiento que le es ajeno,
y el dolor tan propio.
Pero allí va,
en un vuelo
que se ata a rieles infinitos,
aquí se queda
empollando un único suspiro
de regusto a nada.
imploró ser de la letra,
y el poeta enmudeció
su vanidad,
perdió las palabras
en el arrinconamiento de la mentira,
en la acidez de lo inmediato.
todo se disipa en un horizonte
abortado en curva
y contra curva
que distante la distancia
cuando el ahora
es un instante
atenazado en el recién,
y este agoniza en la memoria.
que distante las horas
naufragando lánguidas
ahogadas de ausencia.
14/9/2010

domingo, 29 de agosto de 2010

La mirada: la conciencia en sí


La mirada: la conciencia en sí

Una mirada,
Forjada en la memoria,
Vestida entre velos,
Resplandece de incógnita,
Sin contornos,
sin carne,
solo ojos profundos,
llorando el silencio de los desbocados,
de los a palos callados,
de los que nacen muertos aun respirando.
Incomoda la persistencia,
Es una amenaza a la más íntima de las anestesias,
A la expectación desafectada,
Es una acusación,
Un impertinente llamado a romper el sueño,
A abrir los sentidos a la pesadilla maquillada,
A verse arrastrar por la vorágine,
A notar por vez primera que nuca hubo orillas,
que la calma solo fue una narcótica publicidad,
que el vértigo no era más que una seguridad parasitaria que se alimenta de vida,
de nuestra vida.
Corremos la cara,
Pero es imposible zafar,
Parece no estar dispuesta a la negación,
al olvido,
cada abrir y cerrar,
cada parpadear la revela presente,
Incansablemente compañera,
Insoportablemente familiar,
Cada espejo nos refleja,
La refleja,
Nos vuelve retrospectivos,
Instantes de angustia,
Fragmentos de lucidez,
De reconocimiento,
El dolor de sentir lejos de los otros.
La mirada forjada en la memoria,
quiere dejar de ser incógnita,
mutar en acción,
en huracán de solidaridad y autorrealización,
no otro bálsamo que haga del dolor paciencia
y de la vida una eterna muerte.

domingo, 22 de agosto de 2010

miércoles, 4 de agosto de 2010

Delirio

La niña se hace enredadera, se gusta amante de los muros, viajando hacia lo alto, le gustaría crecer, poder tocar las nubes. Aún no llega a la mesa, eso le molesta, quisiera acelerar el tiempo, perder lo que sea pero llegar a las alturas.
El niño no quiere nada, no le interesa ni lo alto ni el suelo, quizás le llama un poco la atención el vuelo, ser un poco emplumado.
Los dos van de la mano, se llevan, se acompañan. De a ratos se miran. Ella desearía poder confiarle sus ansias, esa necesidad que por dentro la estira, larga y lánguida. Él se conforma con mirarla, con tocar su mano. Siente que a ella eso la aburre, que cualquier cosa le sentaría mejor. Ella calla, no sea cosa que la crea loca y que su locura lo espante…
Caminan y caminan, cada tanto se miran de reojo o sin pudor, pero poquito no sea cosa que se ojeen y duela la cabeza. Él sueña que la besa en un descuido y de apuro, eso lo sonroja. No se si ella lo intuye pero se sonríe y sigue.
Cruzan una habitación y luego otra, entran en la prohibida. La mama de Clara le vive diciendo que por ninguna razón cruce la puerta, que lo que allí se encuentra es cosa seria y peligrosa. Pero ahora no había ni temor ni juicio así como iban los dos embriagados, caminando juntos, pensando por separado.
La puerta no hizo ruido, dentro todo estaba oscuro. A Facundo le dio miedo y apretó con más fuerza la mano de ella. Dieron un paso, en el fondo algo brillaba, estaba a unos metros… lentos se dirigieron al destello sin mediar palabras.
El espejo los devolvía él vuelto pájaro y ella cumbre de colina.

jueves, 22 de julio de 2010

Fuera y dentro la cárcel

Que linda y fea,
Que gorda,
Que puta,
Vestite de gala,
Vestite de objeto,
No te arrugues,
Porque Arruga no aparece,
Y el viejo Julio tampoco,
Ve, vomita,
Saca el mal afuera,
Adelgaza tus neuronas,
¿Para que las quieres?
¿Quien las va a querer?
Hazte slogan,
Compra y que te compren
No por lo que vales sino por lo que pareces,
Véndete,
hazte cosa,
un exponente más de otra moda,
cumple el rol que te asignaron,
cúmplelo con esfuerzo,
métete el dedo y seguí vomitando.
Si te enfermas de sociedad no hay quejas,
Nadie te obliga será la respuesta,
Si te usan de sociedad no hay quejas,
Todo golpe es justificado,
Que linda y fea,
Que gorda,
Que puta,
¿Cuándo persona?
Rejas dentro,
Rejas fuera,
Te condenan,
A ser imagen y slogan,
Un trocito mas que entra a la picadora

sábado, 17 de julio de 2010

Vehemencia

Se desliza la gota,
Pilar y nada del ser,
Escucho el llanto de los muros,
El anhelo de la juventud……
Me ahogo en el charco,
En la sola gota,
En mi sangre…
Liberada en el fluir…
De la eterna noche de ausencia.

A Alejandra Pizarnik

domingo, 11 de julio de 2010

Lo acabo de escribir

Yo creo

Has venido a mí,
Atravesando el desierto,
Embebido de su sequedad,
De su mortal rescoldo.

Has dejado atrás
los prados y las selvas,
el verde de la vida,
el olor de la siembra.

Sangran tus pies
Y tus labios se agrietan,
No hay fuerza en tus pasos,
Solo tus ojos fucilan de creencia,
De fe ciega.

Has venido a mí,
Porque soy tu hermano,
Tu padre, tu hijo,
Tu refugio soy.

He ido a ti
Desarmando mi vida,
Aquel hoyo individual y abúlico,
Cómodo como la mentira.

He andado
Entre el oro y el hambre,
Entre palacios y huesos,
En todo lo que habitas.

Todo y aún más
He hecho y andado,
En busca de la promesa,
En tu búsqueda,
Sin importar que la muerte
Me halle desnudo,
En el rincón de las sombras.

No importa cuanto blasfemen
Las lenguas asesinas,
Que tipo de cárcel erijan,
Ni cuantos silencios te omitan.

Se que estas detrás de cada mirada perdida,
De cada llanto cerrado,
De cada mano extendida,
a ti dedico mi fe
Humanidad divina.

jueves, 10 de junio de 2010

Allí moriría

Elegiría mi muerte,
En pleno vuelo,
Caída libre en el abismo del desconsuelo,
En la saciedad emplumada del sueño,
Ejercitando el odio,
Haciéndolo de mí,
Agigantando la furia
La sombra del ego.

Elegiría mi muerte,
En salto al todo,
Enredado en enjambre de recuerdos,
En los colores de tu olor,
Arrasado por la tempestad de tu sexo,
En tu boca mora
En tus tetas.

Elegiría mi muerte,
Desesperado por la vida,
Imantado a ella,
En una extrañeza atónita,
Despiadado con la certeza,
En la última batalla contra la puta de lo posible,
Abriendo la pregunta.

Elegiría mi muerte
A mi solo me seguí,
Entre dialecto narcóticos y
un peso torciéndome las espaldas
como siendo el personaje
fugitivo de las letras,
como vomitado contra destino,
me seguí como al demiurgo
de un yo imprevisible,

pero elegiría mi muerte,
Hurgando entre tus sienes,
recluido en tu vientre,
en la fractura del silencio
en tu voz mujer…
en tu decir rebelión,
hundido en tu fiebre,
allí moriría.

jueves, 20 de mayo de 2010

Reconstrucción

Intentas desplegar tus alas,
Las plumas coloridas se asoman por las hendijas,
El espacio les niega su esplendor,
Se encoje hasta la atrofia,
Carcelero de las mil victorias.
Te duele el apretón de la estrechez,
Las paredes juegan a juntarse,
A licuarte en su interior,
A fusionársete,
El aire huye fugitivo,
le teme a la quietud,
a la multiplicidad de lo mismo,
a la circularidad del camino que confunde la meta y la partida.
la fobia y el claustro inhalan,
aspiran,
tu amor al vuelo,
tu gusto por tus alas,
la mitad emplumada,
las fuerzas como vapor de géiser se hacen etéreas,
fantasmales,
las piernas besan el piso,
la mirada no puede apartarse de él,
hipnotizada le es servil,
las alas desaparecen,
te vuelves el último hombre,
entonces una angustia indecible,
una vieja sensación dispara el fuego de la memoria,
retorciéndote desde dentro,
desde el ocaso que han hecho de ti,
abrirás los ojos,
el sol te besara paternal la frente,
no hay paredes,
reconocerte,
volverte visible,
asible,
será el trabajo más pesado y amable,
primer peldaño de infinita escalera a ninguna parte,
a lo inacabado,
a lo inacabable,
gritaras por la laceración de la carne,
su desgarro dolerá la eternidad,
la vida y un día después,
de a poco las alas volverán,
volverá tu mitad emplumada,
será libre tu imaginación,
renacerá el niño del querer,
el yo quiero, humilde, llevara flores,
los aromas más exquisitos a la tumba del deber,
a los huesos de la razón,
no por amor,
solo para asegurarse
que desde la muerte no vuelva ésta ha erigir su carcelero reino.

"poemas fracturados" mi cuarto proyecto de libro

miércoles, 12 de mayo de 2010

imágenes


Ella escupió en la cara a los arquetipos del tiempo. Se vio a sí misma, se alejó de la inquisición de la imagen, destripó entre sus dientes el último aliento del pertenecer.
“Que el mundo se queme”.” Que me queme yo”. “Que la vida tiña todo de color”
Sus ojos expiaban comprensión, un amor tan profundo, que amaba hasta el delirio, lo hermoso, lo feo, lo burdo y al tiempo y por esto a la vida ¿Es la vida algo más que tiempo? ¿Es algo el tiempo sin la vida?
Sin alianzas que la limitara, que la atara a algún destino, se vio hacer y deshacer sus años a los tumbos, con riesgo, con miedo y valor. Sus manos la delataban... eran el espejo de los mil oficios, del más nuevo al mas viejo, de esclava de las monopólicas multinacionales hasta la deseada dueña del sexo.
Hoy se levantó tan solo como mujer, hoy solo era mujer, no puta, no esclava, no obrera…solo mujer.
El sol iluminó su frente, delicada y altiva, levemente invadida por un bucle desordenado, abrazó el aire en su pecho y lloró. Sentir que sentía la conmovió, hacía de ella un ser amable, deseable hasta la locura que no inquieta porque nada de razón guarda.
Con lágrimas de tilo cerró los ojos y el calor entibió sus hinchados parpados como un beso al alba, ansiado y eterno.
Se quedó así arrumacada por el sol… entregada a una profunda sensación de quietud, de paz, alivianada veía como el agobio de haber sido tantas y nunca una, de haber tenido que actuar tantos personajes y nunca ser, de haber tenido una y mil veces que morderse para evitar salir, de haber tenido y debido pero nunca querido. Se despedazaba como un espejo que aterrado se divide y subdivide intentando escapar del piso carcelero, ahora que era mujer, humana, persona, se veía morir.
La respiración se hacia lenta y profunda, sus músculos se contraían intentado retener, aunque más no fuese, un ratito más el tiempo… la vida.
Quizás pasó así la eternidad, quizás unas horas, a lo mejor tan solo unos minutos, entonces sus ojos, fríos, se reabrieron…renacían en un invierno hostil, que invitaba a dejar que el aliento dibujara en el aire los recuerdos del mundo, de un mundo maltrecho, repleto de rótulos y olvido.
Aspiró profundo, calentó el aire en sus pulmones y lo dejó salir, para que dibujara en el helado entorno un arco iris de sentires y sentidos. Y por primera vez en el día vio el amor, dos cuerpos encendiendo el espíritu de la carne, entre caricias y naufragada saliva, entre vientres y muslos… las historia que la historia olvida… lo humano que la humanidad desprecia.
La imagen se alejaba, se disipaba como acuarelas en un lienzo sin fondo, en el infinito universo, entre los astros y más allá y ella allí inmóvil atada al piso bajo una inmensa capa de hielo, quiso ser parte de lo velado, de esos cuerpos, de su cuerpo, de su vida, de sí misma.

Cerró los ojos con fuerza, intentaba un pase de magia, una inquietante mueca por despertar aquello que de nuestro cerebro nadie sabe, pero todo fue en vano, al abrirlos no sintió ni el frío de la muerte, ni la tibieza del sol, de los cuerpos amantes nada quedaba, de ella solo subsistía un personaje en un asqueroso trabajo que volvía a extraviarla hacia una nueva función, a un nuevo acto de lo que inútilmente llaman vida
Así la imagen volvió apoderarse de ella, ella volvió a ser una imagen de puta, de obrera, de ama de casa, solo una imagen pero ya no mujer, persona, humana.

jueves, 29 de abril de 2010

Poexia boba

Si has andado el mundo
Y los pies no te duelen,
No te sangran escamados…
Errantes en la mugre.

Si has visto el mundo
Y la ceguera no quieres,
Pues nada te impresionado
Ni los cuerpos inflamados

Entonces eras ciego,
Y nada por pies traías.

si has sentido el mundo
y la lagrima no llega,
no es parida por la furia.
Por la rebeldía y la angustia.

Si has oído el mundo
Como melódica armonía
Que danza entre las risas
De los que van zafando.

Entonces eres sordo,
De espíritu helado,
Entonces eras la muerte
La más funesta muerte.

la escribi hoy y me parece horrible....

domingo, 25 de abril de 2010

Hay alguien más

Doy un paso tras otro, mientras el eco me persigue. Tengo la impresión de que alguien más viene conmigo y me vigila. Esto no es algo nuevo, pero la sensación se hace de mí y me dirige, por más que giro la cabeza una y otra ves, en la medida que avanzo, no alcanzo a ver nada., la oscuridad profunda devora lo que dejo atrás. El eco es ensordecedor en la quietud de la noche.
No quiero detenerme, falta poco, unas cuadras más y llego. No puedo ir más rápido el corazón me va a estallar, pero ahora sí escucho los pasos de otro a mis espaldas. ¡Si!, eso no es el eco. Hay alguien más.
El miedo endureció mi cuello y ya no miro hacia atrás. No debí salir, nunca debí salir, pero ya es tarde, estoy aquí arrojado a lo que me acecha, a lo desconocido. Se acerca, lo siento, me alcanza ineludiblemente. ¿Será la muerte? ¿Qué se puede hacer frente a lo inevitable?
Frené entonces, los ojos cerrados, y la nada. Estuve inmóvil en mi sombra en la eternidad de un segundo, y luego nada más. Todo cae en una estrepitosa calma, un pie tras otro, todo vuelve a empezar. De frente una luz carcome mi visión, hasta que pasa a mi lado la carrocería rugiente que la guiaba.
Una vez dentro de la casa, me arrojo sobre el diván, los parpados caen como persianas metálicas. Morfeo se adueña de mí ser y me arroja a la tierra de la ponzoña, allí el temor y la certeza no son útiles y me dejo arrastrar.
El nirvana estalla, cuando el ruido de la puerta atraviesa la sala, un solo movimiento alcanzó para verme erguido. Los golpes continúan, no respetan tiempos ni silencios, se amontonan, se superponen, matándose unos a otros, es una anti-melodía que danza al son del terror, pero no de cualquier terror sino del mío.
-Por favor abra la puerta, alguien me esta siguiendo-. La voz está sostenida en una dulce y pendulante desesperación, es tan hipnótica, que me empuja hacia el picaporte. Las lágrimas lavan el rostro de la belleza, que de un salto me enviste hacia el interior, cerrando la puerta. Con la brutalidad del destino, sin decir más se oculta en un rincón, la miro, intentando salvarla de la pena, es evidente que sufre. Ella me esquiva, se pierde en el infinito buscando las respuestas de una pregunta que nunca fue formulada, estática e inquieta, desnuda un nuevo deseo en mi perdida alma. Ya no quiero salvarla, su inocencia me lastima, se que no quiere pero lo hace igual ¿Por qué no se comunica conmigo? ¿Ella lo sabe? ¿Pero qué sabe?
La multiplicidad de interrogantes no me inquieta. Nada parece afectarme más que su presencia, los ecos no son ya otra cosa que una imagen desvirtuada de mí, de un yo que ahora muta hacia otra posibilidad, en busca del poder que sabe dar el sometimiento de otro. El sentirme vigilado me lleva a vigilar, el sentirme acechado me lleva ahora a acechar. Y ella inmóvil, como esperando ser cazada. La escena no tiene sentido sino a la luz del puñal que completa mi mano y se dispone a desgarrar hasta el éxtasis la piel del amor que se ha negado.


Nunca negué conocerla, ni haberla seguido, ni desearle la muerte. Fue mi obsesión hasta la locura, aunque creo que nunca lo supo. Me brindó la inseguridad y el terror de la soledad, esa angustia que desdobla al hombre en víctima y victimario, y solo por ella y para ella supe actuar los dos personajes.
Ahora su cuerpo me pertenece, como también su alma, y los devoro para llegar al uno. Ya nada temo, me he conocido. Ya nadie me sigue, tan solo soy yo.

viernes, 16 de abril de 2010

futuro

La locura del silencio,
Destella sombras pasadas,
Empujando luz y nada,
Desnudando la ausencia,
De los vivos,
De los muertos,
De los que no fueron.
La muerte sonríe,
Espontánea e histérica,
En los labios del asesino,
Que sumerge destinos,
Que deshoja caminos,
Que solo alienta el olvido.
Pero el tiempo señor de todo,
Allanado,
Decomisado,
Torturado,
Traerá desde lo indecible la rebelión

emiliano Pardavila Ediciones evaristo 2010 "Poemas Fracturados"

martes, 30 de marzo de 2010

De la decadencia



Esta es la tapa de mi libro que saldra en breve, más alla de que aun conserva un error la subo igual...
la pintura original es de Vanesa Garcia...a la que estare por siempre agradecido

martes, 9 de marzo de 2010

Saberse Humano….


Saberse humano, es pensarse finito, limitado solo por el tiempo y el espacio, sin más sentido que la potencia de la vida, en una incertidumbre que duele y salva. Es soñarse, proyectarse.
Saberse humano, es crearse, con toda la lucha que esto implica, entre el deber y el querer. Es vivir sin más que vivir, pues la muerte es el abismo, siempre presente, del no ser.
¿Pero qué sucede cuando saberse humano da miedo? ¿Cuándo el proyecto se ve truncado por la nefasta ecuación del costo- beneficio? ¿Cuándo la “estupidez afectiva” de trascender en el cielo o en la tierra vela todo fin? Es ahí, cuando saberse humano es no ser más que una bestia de carga, que no carga más que la ausencia de sí mismo, el goce queda para un mañana que se eterniza, en las sombras de la explotación.
La vida y el saberse humano se ven reducidos a una práctica cotidiana, que la cultura sublima, como plenitud. Y el límite, más limitado que nunca, nos limita aún más.
La libertad, condición absoluta, es enjaulada por los patrones de la verdad de lo posible, pero ¿Qué es lo posible? ¿Es algo más que el asesinato premeditado del proyecto o el sueño?
¿El proyecto y el sueño son la simple condición de aquellos que no se acostumbraron a la idea que sostiene, que vivir no es más qué acostumbrarse a morir? ¿Qué sería de los hombres y de las mujeres si de una vez por todas se sentaran frente al espejo para algo más que para confirmar patrones de belleza y se preguntaran, pero por qué debo si no quiero?
Saberse humano es llorarse, es perderse y encontrarse, es no salvarse, es amarse y cuando no, odiarse. Saberse humano es treparse a sí mismo, es gozarse e incluso matarse, aunque siempre consciente de que se Es una vez.
Pero hoy, saberse humano es no saberse, es ser útil para lo inútil, es ser asesinado por la dignidad de lo indigno, es alimentar aquellos que sin sus manos han construido la muerte de toda humanidad. Es sangrar en la fábrica, en la oficina, en la escuela, en la universidad, en la calle, ante la exigencia de que el dolor no duela.
Saberse humano, hoy, no es otra cosa que el puto olvido de las ficciones que determinan la no vida que vivimos, estos escombros de la cultura del dinero, que nos aplastan, que nos terminan antes de que empecemos, es olvidarse de sentir profundo.
En llantos muchas veces me digo sábete humano, pero hay cosas que no dependen de la sola conciencia, dependen de que la humanidad recuerde que saberse humano es simplemente decir que lo imposible no es más que una limitación anti-humana, la utopía del ultimo hombre, de los seres sombríos, grises.
Emiliano Pardavila "De la decadencia"
Este texto pertenece al libro titulado "de la decedencia" que será publicado el en abril por la editorial nohayverguenza
ilustracion Original Vanesa y Gabriela García

lunes, 8 de febrero de 2010

Confesión

No se bien por donde empezar… esto en principio parece sencillo, uno cree conocerse, pero al intentar decir algo que realmente cuente como distintivo, las palabras parecen fugarse, amontonarse en una guarida a la que la conciencia tiene vedada la entrada, ¿debería anteponer mi nombre al desarrollo? O ¿debería dejar que todo fluya con el fin de que esa distinción fortuita quede disuelta en lo que realmente soy? No lo sé.
Intentaré empezar por explicar el motivo de esta confesión sin sentido… ¿Alguna vez han estado en el medio de una encrucijada existencial? ¿Se han visto perdidos en medio de dos o más cosas a las que no pertenecen? ¿Sintieron alguna vez no pertenecer necesariamente a algo?... yo voy así, a los tumbos, entre medio de un mundo extremadamente fragmentado, sin ser necesariamente parte de ninguno de esos pedacitos que lo constituyen… respiro de todos ellos, siento de todos ellos, pero de ninguno por necesidad… de ninguno soy constitutivo.
Es raro no sé si esto le sucede a algunos, a la mayoría o solo a mí, y así andamos sin ser completamente partes de un todo, la sociedad, que en realidad no es más que una ilusión, un concepto vacío, una mentira que nos lleva a aceptar algo, las jerarquías, que por naturaleza no existe, pero ¿Quién estará en la condición de no poner en duda mi punto de vista, mi razón? ¿Cuántos argumentos se podrían esgrimir en mi contra? Poco importa pues no intento hacer ciencia, pretenciosa en su objetividad, solo quiero desahogarme, dejar salir esos interrogantes que no me dejan tranquilo.
Soy un hombre de fe pero no pertenezco a ninguna religión, ni soy devoto de ningún dios, mi creencia es más cortita, es más confiable, creo en la humanidad, pero a la vez, ésta, se torna compleja, ya que la humanidad no se cree, es una fe trágica, la amo sin tapujos y en la misma medida la desprecio, a veces me siento como Harry, un lobo. La amo por su potencial y la desprecio porque se limita, se enreja.
No hace falta ser un sabio para ver como ésta se fragmenta en todo tipo de micro grupos, más allá de su tamaño, ningún fragmento alcanza magnitud alguna frente al todo real, verdadero, frente a eso que somos, frente a lo humano sin rotulación ni apodo, y como decía anteriormente, ninguno de esos fragmentos es mío por necesidad, ni pertenezco a ninguno, efectivamente no soy parte de los pobres aunque transito sus moradas, sus sentimientos, sus barrios, sus calles de desnuda tierra… no soy parte de ellos aunque ellos son una parte de mí, tampoco soy de los sectores medios aunque poseo sus “privilegios” tengo educación, puedo comprar en el mercado, podría competir en la cotidiana estupidez de ser la imagen gratuita de una propaganda viva, podría preocuparme por tener todo ordenadito, de que mi imagen fuera el reflejo de mi sueldo o aún más que él, podría tener una o varias tarjetas con mi nombre impreso, podría pero no sería yo.
Ando entre estos mundos y mas allá, donde los dos se vuelven distintos, uno se vuelve marginal y el otro opulencia pura, aún así no soy nada de eso…es complejo sentirse un grano de arena que no pertenece a ningún desierto, es como no ser, está claro que tengo cosas de ambos mundos, soy una especie de híbrido, una subespecie estéril, pero como las mulas no soy ni caballo ni burro.
Seré mula o lobo, no sé… lo que sí sé, es que no soy término medio, no soy un gris, mi hibridación es multiforme, no es mitad agua mitad aceite, es una confusa potencia hacia la soledad entre las partes sin ser de ellas.
¿Qué hubiese sido de mí si hubiese nacido en pleno paleolítico entre los primeros sapiens sapiens? Quizás, quien sabe, hubiera buscado un lugar allí en el medio de un todos sin fisuras, ahí necesariamente me hubiera hecho constitutivo, de no haberlo sido naturalmente hubiese perjudicado al resto, hubiese entorpecido suya posibilidad de supervivencia, dado que todos y cada uno era fundamental en la cooperación, es esto de lo que hablo cuando hablo de amor por la humanidad, amo es haber sabido, ese saber cooperar para el bien común, ese que por indistinto no distingue.
Pero creo que de haber nacido entrado el siguiente período, ese de la complejidad incipiente, de destruir el todo para conformar infinitas partes de algunos, ese donde el hombre empieza a jactarse de su inteligencia degradando y obturando la de los demás en nombre de lo académicamente virtuoso, de la división, de la estratificación, de las religiones, los estados y los reyes, en ese período en el que, a lo que luego, llamamos civilización comenzó a tejerse a contra reloj del origen, ahí hubiera estado igual que ahora perdido sin ser parte.
Es que no puedo, soy incapaz de no ver en las partes la ausencia del todo, no es lo que las partes pueden tener del todo lo que me preocupa, sino lo que de él no poseen, aún tampoco puedo apreciarla demasiado en mí, no hay demasiados lugares para ejercerla en mi egoísmo.
Sería un hipócrita si dijera que yo, una parte sin partes, guardo en mí lo que las otras partes carecen, quizás lo que es claro es que yo he encontrado en esa ausencia el clavo que pega mis manos al madero, que pone la soga en mi cuello sin asfixiarme del todo.
Como ha de liberarse el esclavo sino sabe que lo es, rezaba el epígrafe, como se rearmara el todo si las partes ignoran que de él vienen y sin él perecerán.
Pero ¿por qué la cooperación ha dejado de reunir al todo? ¿Por qué soy una parte sin partes? No lo sé… que voy a responder… mi antropología es positiva, sino mi fe sería una mentira… y sin ella poco me importaría si hay todo o partes, o si el origen ha sido olvidado y por tanto no tendría sentido el apenarme por estar en un medio que nunca es tocado por nada.
Quizás todos se sientan así, y esa es la razón por la que algunos mandaron a fabricar el veneno más criminal de todos, el individualismo, para calmar la ansiedad de no ser más que una parte de un vasto mundo al que no nos queremos unificar, como una especie de anestesia local en la conciencia de sí. Tal vez solo somos una pesadilla reveladora de algún hombre primitivo, que espantado inventará la palabra que el resto deberá gravarse a fuego, o quizás no invente la palabra, quizás solo ejerza la acción con mayor alegría y pasión contagiando a todos a seguirlo, y así erradicar su sueño, quizás yo tan solo sea la pesadilla de un individualista, a quien su inconciente alerta de la infelicidad de desear la cooperación mutua, la mutua interdependencia libre.
Este extrañamiento que tenemos las partes de lo que alguna vez fuimos, nos llevó a perder interés por los otros que no fuesen parte de un nosotros y entonces la vida comenzó a tener un valor relativo y ese valor con el tiempo también se fue perdiendo,
El siglo XX lo demuestra, las grandes guerras lo dejaron claro, las vidas no solo no valían lo mismo, no eran el valor equivalencial con el que las otras vidas podían medirse, sino que no eran valor de nada, las cosas absorbieron el valor de lo humano y lo humano quedó vació, era más barato matar que perder un tanque, hoy es más barato matar que dejar de arrancarle el oro a las piedras ¿Cómo podría sentirse, cualquiera, parte de algo que vale menos que un mineral que ninguna utilidad posee?
Así comencé mi peregrinarme, la búsqueda del eslabón perdido, de ese que me demuestre que era necesidad el paso del todo humano a las partes, clases, nación, sociedad, individuo, me convertí en mi propio laboratorio y en mi propio caballo, las hipótesis no salieron al cruce de mis pensamientos, pero el hecho de que sintiera la ausencia de algo debía ser necesariamente el primer paso.
Fue hace como un mes cuando frente a mí se desplomó su cuerpo, yo solo caminaba, me agrada caminar, andar por ahí, cruzar todo tipo de caras, esas que van embotadas en su propio encierro, que llevan la mirada enrejada para que nadie pueda descifrar a que cima han trepado sus elucubraciones, o aquellas que extrovertidas muestran sin pudor el vacío que las constituye, iba como siempre en busca de un choque o de un freno brusco que evitándome, las pusiera a salvo allí donde son difíciles de atrapar, bien cerquita del suelo… así iba… tan preocupado por llevar a cabo mi tarea que la concentración me desconcentró y no la vi venir hacia a mí, no la vi llegar… la muerte viaja rápido en pequeños misiles de plomo… uno la impactó por la espalda y ella cayó, su panza de incipiente redondez, sus brazos extendidos hacia mí, su mirada hundida en una infinita tristeza, su cuerpo todo se fundió en una inevitable comprobación de la gravedad, intenté estirarme para alcanzarla y atajarla cortando un vuelo en rotunda picada, pero nada pude hacer, el estruendo seco contra la vereda me evidenciaron inútil para tal tarea.
Me arrodillé, la sangre brotaba roja de un orificio en su espalda, trate de levantarla, pero solo pude moverla un poco, quedó boca arriba con su nuca sobre mis rodillas, sus ojos se clavaron en la profundidad de mi ser… por las comisuras la saliva mezclada con la muerte se fugaba… todos somos uno… me dijo… todos somos uno….sus mirada se quedo así petrificada y sin aliento, los uniformados llegaron unos segundos después, cuando ya se había formado un ronda a nuestro alrededor.
Nunca nadie se me había muerto en los brazos, ni siquiera metafóricamente, es una sensación indescriptible, uno puede sentir la fuga del calor de manera inmediata, da la impresión que todo el cuerpo es invadido por un escalofrío de magnitudes polares, que con la última exhalación se apaga la llama, no hay oxígeno ya que la pueda mantener.
Me corrieron de golpe sin modificar mi sentirme morir en parte, sin poder sacarme esa mirada de lo profundo de mi adentro, los pies se mi hicieron de plomo, mi piel empalidecida parecía regalarle el color por las flores que nunca tendría, todo siguió con naturalidad y yo allí inquietamente paralizado, me quede por horas, la ambulancia se llevó el cuerpo, muchos victoreaban a los oficiales tras su narración de los hechos, el cuerpo sin vida paso a ser justicia, la expresión mas acabada de no saber como arreglar algo que escupe mierda por todos lados, salpicando a todos, y de lo que alguien tenía que ser responsable aunque no lo fuere.
Eso fue el principio, su muerte, su declaración, toda la trágica escena inspiró esta desazón que es mi ser, abrió en mí un vacío que no para de crecer, en cuyo inacabado fondo se lee todos somos uno, quizás sus dichos nada tenían que ver con lo que a mí me sugirió, pero no hay manera de comprobarlo, un acertijo sin resolución, una paradoja que ahora consume mis esfuerzos como la flecha a Zenón.
Y la pura especulación me trajo hasta acá, hasta este papel, creo que en realidad todos somos uno, somos especie, supervivencia, cooperación, pero es más fácil que los muertos tengan la culpa de lo que no podemos ver, que reconocer nuestra limitación, nuestra incapacidad para vernos como fundamentales e irrepetibles en una realidad que nos desmiente, que nos transfigura sustituibles, sobrantes, desechables.
Triste, agónicamente dolorosa es la carga en la conciencia, quizás sea el mismo dolor que llevó al hombre a convertirse en lobo, quizás el estepario lo vio y trató de regalarse un antídoto antes de seguir siendo humano sin humanidad referencial, sin punto real de apoyo, nadie puede sostenerlo sin caer de igual manera en una suma de conjeturas, de sospechas previas y posteriores. Pero ese disfraz no me sirve, ya esta usado, su inmunidad a lo que acontece expiró en la muerte del amor, allí entre los espejos. Y tampoco tiene sentido engañarse tanto a uno mismo, no tener rumbo ni puerto no implica querer encallar en cualquier lado para poder sentir que no se siente el peso de saber que no hay más culpables que aquellos que dividieron el uno en múltiples esquirlas que no se tocan más que para matarse.


Emiliano Pardavila "del todo a los fragmentos"