viernes, 26 de noviembre de 2010

Delirio 2

Sus ojos profundos, un destello entre sombras, me dicen me nombran, arrojado del mundo, me dibujan rotundo en aristas de fracaso, un viejo en el ocaso, buscando entre las sobras, de quien fuera promesas que pesan como espanto.
Me recuerda su llanto a la niña enamorada, a esa que no tomaba y daba, sin pedido ni reembolso, envuelta en la locura de su real sonrisa, aún cuando por la cornisa andaba deambulando.
Una tarde la vi paseando desnuda por la acera, mucho la creyeron extranjera, una puta afiebrada de celo, absorbida por la locura, esa que no se cura sino a fuerza de golpes.
A golpes la vistieron de moral amoratada, la encerraron por un tiempo de pies y manos atadas, pues por más que le propendían salmos y trompadas, no había agua que apagar la luz de su mirada.
Ella escapo en otoños, confundiéndose pálida con la escarcha, seguía siendo un retoño,
Flor sin estación ni era, una inacabable primavera, que iba entibiando el mundo, incluso a mi un vagabundo me transformo en proeza, que habitaba entre sus muslos, sus senos y su cabeza. Su pubis dulce como el vino, frutado y amable, supo ser la hoguera donde gustaba quemarme… me queme una y mil veces y volvía a incendiarme,
Fue mi droga su locura, su sangre y su carne.
El sol brillo esa mañana, más que nunca y que después, solo caí en mi vejez, como vuelo abortado por la muerte, maldita fue la suerte que apago a mi hoguera, allí muerta en la vereda, a los pies de mi quietud, sin saber ser valiente ni promesa, mudo me quede viendo como la hacían presa de su incapaz violencia… por haber sido frescura que danzaba desnuda entre cruces y fuciles, uniformes y morales.
La ame desde su primer paso aunque nunca llegue a tocarla ni ayudarla, aun viendo como gritaba desesperada, entre la muchedumbre golpeada, la ame mientras danzaba, mientras moría y no es hipocresía nacer para el fracaso pesa como el espanto.



jueves, 11 de noviembre de 2010

Día de mierda

Mierda de día,
las noticias condenan al sol a la, cuasi nula, miopía,
ceguera pertinaz,
ante las napas
de una cloaca de instantes,
que bañan todo
de un marrón tan estridente,
furioso.
ni la opacidad grisácea
de la nausea cotidiana
escapa a un día de mierda,
ni siquiera el compás dilatado
de un palpito moribundo,
esos que acompasados
danzan la paz del dinero…
Nada es inmune a un día de mierda
ni la mismísimas heces le son esquivas,
estas se siente vencedoras,
como si erigieran su reino
de ampuloso hedor,
uno queda allí
con los lagrimales afectado hasta la corrosión,
y las fosas nasales colapsadas
exigen el suicidio de su virtud.
Asi nos pasan estos días,
con la fatiga al hombro,
un trapo que nos deja limpitos
de ganas,
brillantes de angustia,
amordazados por las noticias,
pendiendo de su artificial vida,
de su instinto de joder,
de su voluntad de joder.
son siempre ellas las que lo paren
somos siempre nosotros
los que lo sobrevivimos

dos poesías para mi que esto esta mal