
La mirada: la conciencia en sí
Una mirada,
Forjada en la memoria,
Vestida entre velos,
Resplandece de incógnita,
Sin contornos,
sin carne,
solo ojos profundos,
llorando el silencio de los desbocados,
de los a palos callados,
de los que nacen muertos aun respirando.
Incomoda la persistencia,
Es una amenaza a la más íntima de las anestesias,
A la expectación desafectada,
Es una acusación,
Un impertinente llamado a romper el sueño,
A abrir los sentidos a la pesadilla maquillada,
A verse arrastrar por la vorágine,
A notar por vez primera que nuca hubo orillas,
que la calma solo fue una narcótica publicidad,
que el vértigo no era más que una seguridad parasitaria que se alimenta de vida,
de nuestra vida.
Corremos la cara,
Pero es imposible zafar,
Parece no estar dispuesta a la negación,
al olvido,
cada abrir y cerrar,
cada parpadear la revela presente,
Incansablemente compañera,
Insoportablemente familiar,
Cada espejo nos refleja,
La refleja,
Nos vuelve retrospectivos,
Instantes de angustia,
Fragmentos de lucidez,
De reconocimiento,
El dolor de sentir lejos de los otros.
La mirada forjada en la memoria,
quiere dejar de ser incógnita,
mutar en acción,
en huracán de solidaridad y autorrealización,
no otro bálsamo que haga del dolor paciencia
y de la vida una eterna muerte.