miércoles, 27 de junio de 2012

Todo parece pero no es lo mismo

Dijo, no dijo, dio vuelta al derecho y vio que el reverso era una mentira enorme, dibujada en iguales hilos. Se encogió de hombros, como quien no comprende lo que sucede, sorprendido por la similitud de la esencia. Siempre había gustado de creer que eran dos los caminos. Que por uno caminaba la verdad y por el otro la mentira. Pero el pantano era tan inmensamente igual entre el anverso y el izquierdo, fileteados por la lógica de la misma tijera… como siameses que ocultan su esencia forzando la laxitud de la piel, de ese tegumento elástico. Sus ojos se llenaron de lágrimas, era terrible el descubrimiento. Desvanecía lo material en el aire, dejándolo sin cimientos, sin estructura. No era tristeza era pavura, lo que lo atacaba… un infinito de vacío todo, de vaciarse. Entonces no quiso darse por vencido y fue por otra cosa, por cualquier objeto que mostrara su cara y cruz. Se dedicó ha abrir latas, a cortar árboles, a voltear telas de todos los géneros imaginables. Las primeras eran hojalata dentro y fuera, lo mismo pasó con la madera que en todo estaba y las telas. Vencido, casi abatido, se decidió a dar un paseo, el partido había llevado a su pueblo un parque famoso por sus juegos y circos. Con la cabeza gacha y lagrimas fugaces, fue a paso cruzado hasta la otra calle, allí en la esquina una enorme reja mostraba el limite. Se lo había imaginado abierto por todos lados, repleto de entradas pero no, solo había una. Allí o se mostraba el carnet o se pagaba. Entonces levanto la mirada, la muchacha de la puerta le lanzo una ojeada y una sonrisa, le regalo una caricia por su rubio cabello. -¿Te ocurre algo? ¿Por qué lloras? -El anverso y el reverso son de igual naturaleza, eso me ha demostrado la ciencia, la constatación fáctica… yo estaba convencido de que eran absolutamente diferentes. -pero que ocurrencias las tuyas pequeño… disfruta del paseo. Cogió el pase y se adentro, fue por las jaulas y vio a los animales -que tristes se veían aquellos- paso dentro de la carpa y vio volar a los equilibristas, casi logro disfrutar de la habilidad de los malabaristas… pero no era el día… hoy era todo igual de triste, y lo peor temía que así fuera de allí en adelante. El descubrimiento lo ordenaba. Dio vueltas en su pesadumbre y cuando estaba decidido a irse vio una pequeña estructura rectangular en cuya entrada el cartel decía “no todo es lo mismo”… quizás allí encontrara algo que refutara su apuesta. Casa de espejos decía en pequeño… estuvo a punto de voltear y mandarse a mudar… pero no le dieron tiempo. -Pequeño de gran tristeza, entra aquí has de encontrar lo que buscas, y eso te devolverá la sonrisa. - no es tristeza, es certeza científica- dijo con aires de superado- ¿Cómo sabe que ando buscando? ¿cómo sabe que busco? La robusta mujer, de largas trenzas y bigote incipiente sonrió. -todos los rostros cansados buscan… Lo agarro del brazo y lo hizo cruzar el lienzo. Se vio flaco, gordo, alto y aún más pequeño… pero siempre igual, hasta que llego a un pasillo donde los espejos no desformaban, solo se enfrentaban se quedo allí un rato, esperando quedar a solas, cuando estuvo seguro que aquello estaba deshabitado se quito la ropa y tomo nota. Anverso… nariz… reverso nuca… anverso… panza… reverso espalda… anverso pene… reverso nalga… no quiso seguir, se sentó con la piernas cruzadas, se miro al espejo, levanto el ceño con sorpresa y se dijo lo único que he descubierto es que la libertad no la había experimentado todavía… y una idea se le cruzo fugaz, chiquitita, una palabra que no conocía…. Anarquía.

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